A principios del siglo XX, en el 1938, la marihuana fue criminalizada en casi todo el mundo por la Convención Internacional del Opio de la Haya().
La convención acordó que los países firmantes debían centrar todos sus esfuerzos en controlar a las personas que fabriquen, importen, vendan o distribuyan drogas como la morfina, el cannabis, la cocaína, y sus respectivos derivados.
“El cannabis es la droga más recurrente en el mundo, hace uso de ella alrededor del 2,5% de la población mundial”
El Informe Mundial sobre las Drogas, de Naciones Unidas del 2013, cifra en unos 224 millones los consumidores de cannabis.
La popularidad de la marihuana a nivel mundial parece haber aflojado las leyes por tráfico, cultivo y posesión para consumo propio. Por ejemplo, en la mayoría de estados miembros de la Comunidad Europea se han reducido las penas, a simples multas y sanciones administrativas.
Sin embargo, no por ello hay que confiarse y actuar fuera de la legalidad.
La dureza de las penas varía según el país, por lo que te recomendamos que consultes la legislación vigente sobre la marihuana de tu país o del lugar al que quieras viajar.
En los países en que está penalizado, la policía intercepta o confisca cargamentos ilegales que se transportan como contrabando, e incluso pequeñas cantidades que puedan ser consideradas para consumo propio.
“Ten en cuenta que, en países como Noruega, Finlandia o Suecia, fumar marihuana se considera un delito mayor, y las penas pueden ser de cárcel con la obligatoriedad de someterse a terapias de desintoxicación.”
Sin embargo, existen lugares en mundo en los que el consumo del cannabis no tiene tantas restricciones. Estos países se convierten en la sede de peregrinos y fans de la marihuana a nivel mundial.
Holanda se ha considerado el paraíso del Cannabis en las últimas décadas.
Lo cierto es que la Ley que regula el uso de estupefacientes en los Países Bajos permite comprar, vender y consumir esta sustancia a los ciudadanos con un máximo de 5 gramos de cannabis al día.
Sin embargo, la ley del Opio en Holanda() no permite el cultivo de marihuana, la provisión y la posesión.
Desde los años 70 la venta de marihuana y sus derivados en este país, está relegada a locales con licencia denominados coffeeshop, que pueden suministrar hasta 25 gramos al día de cannabis por persona.
En Ámsterdam hoy en día, hay más de 220 coffeeshop abiertos a clientes por expreso deseo del alcalde socialdemócrata, Eberhard van der Laan.
La capital holandesa recibe un millón de turistas anualmente, que pasean por sus calles en busca del mejor coffeshop.
“En 2010, por ejemplo, más 175.000 americanos entraron en estos locales, seguidos de 135.000 españoles y unos 85.000 italianos. Los Belgas, los alemanes y luxemburgueses ya tienen por costumbre cruzan la frontera del sur de Holanda para fumar, inhalar o incluso comer pasteles de marihuana.”
Los coffeshop han pasado a formar parte de la vida de la ciudad holandesa.
La población holandesa ya lo ha integrado en su día a día. Prueba de ello es que en el centro de la ciudad hay una escuela privada de secundaria, Amsterdamsche School, rodeada de 13 coffeeshops.
La policía y los organismos oficiales hacen la vista gorda al hecho de que los propietarios de los bares acceden a este producto mediante un circuito ilegal.
Se constata que el cannabis de cultivo holandés es mucho más fuerte que el importado. Su concentración de THC es de entre el 15% y el 18% por lo que se ha catalogado como una droga dura con tolerancia cero.
“Se estima que el cultivo de marihuana en Holanda ha creado un círculo de exportación ilegal de gran magnitud; con unas 40.000 plantaciones clandestinas locales se están generando unos beneficios que se acercan a los 2.000 millones de euros.”
La clandestinidad está penada por el gobierno holandés, sin embargo, el turismo por cannabis() es una gran fuente de ingresos de la que es difícil prescindir. Por ese motivo Holanda y en concreto Ámsterdam, no tienen pensado recrudecer sus leyes en contra de la marihuana.
Actualmente los estados miembros de la UE tratan de centrar sus esfuerzos en incrementar la investigación social y científica de las sustancias ilícitas.
Investigan los fines médicos y sociales pertinentes, para tomar partida a favor o en contra de la marihuana.
Mientras tanto, miles de ciudadanos activos pro-legalización de marihuana participan en plataformas, asociaciones y foros() para luchar por su legalidad, llevando por bandera el vivo ejemplo de Holanda.